Filosofos de la Edad Media

Pedro Avelardo (1079-c. 1142, filósofo y teólogo francés)

El atractivo romántico de la vida de Abelardo a menudo oscurece la importancia de su pensamiento. Fue, sin embargo, uno de los pensadores más destacados de la edad media. En el énfasis que puso en la discusión dialéctica, Abelardo seguía al filósofo y teólogo del siglo IX Juan Escoto Eriúgena , y precedía al filósofo escolástico italiano santo Tomás de Aquino. La principal tesis dialéctica de Abelardo es que la verdad debe alcanzarse sopesando con rigor todos los aspectos de una cuestión y se presentó en Sic et Non (Así y de otra forma, c. 1123). También se anticipó a la posterior dependencia teológica de la obra de Aristóteles, más que de la de Platón.
Abelardo reaccionó con fuerza contra las teorías del realismo extremo, negando que los conceptos universales tengan existencia independiente fuera de la mente. Según Abelardo, 'universal' es una palabra funcional que expresa la imagen combinada de esas asociaciones comunes de palabras dentro de la mente. Esta posición no es nominalista, porque Abelardo subraya que las asociaciones de las cuales está formada la imagen y a las que se da un nombre universal tienen una cierta semejanza o naturaleza común. Su teoría es un paso definitivo hacia el realismo moderado de Aquino, pero carece de una explicación del proceso por el que se forman las ideas. En la evolución de la ética, la mayor contribución de Abelardo fue sostener que un acto debe ser juzgado por la intención que guía a quien lo realiza.
Además de las obras mencionadas, Abelardo escribió muchos libros en latín sobre ética, teología y dialéctica, así como poesía e himnos religiosos.







San Agustín. (354-430)
Durante el transcurso de su vida pasó por varias religiones y corrientes filosóficas antes de convertirse al cristianismo.
Fue maniqueo. Secta religiosa de la Antigüedad tardía. Basada en una doctrina de salvación mitad religiosa, mitad filosófica, en la que la idea del mundo estaba dividido en contrarios. (bien-mal. Luz-oscuridad...)
Estuvo influenciado por la filosofía estoica en la cual no existía separación entre el bien y el mal, siendo contraria a ésta última.
También se relacionó con el neoplatonismo, en la cual encontró de que toda existencia tiene naturaleza divina. Para ello habrá que recurrir a Platón. El propio San Agustín no veía distinción entre el cristianismo y la filosofía de este autor. Hasta el punto de llegar a decir que San Agustín "cristianizó" a Platón.
Descubrió que la razón podía llegar a ciertos límites ya que el cristianismo es un misterio en el que sólo se puede llegar mediante la fe.
Opinaba que antes que Dios crease el mundo, las "Ideas" existían en sus pensamientos, incorporando así sus ideas platónicas en Dios.
Agustinismo:
Entendemos con este nombre el movimiento filosófico fundamentado en las tesis originales de San Agustín; sus características generales son:
1. SU platonismo un tanto académico contrapuesto al Aristotelismo de los Tomistas. De ahí su sentido más vivencial, menos racionalista.
2. Primacía de la voluntad sobre el entendimiento, como facultad humana imperativa; en contra de la primacía que dan los Tomistas al entendimiento como facultad iluminativa y guiadora.
3. Concepto platónico del Dios-Caridad del cristianismo, frente al Dios-Verdad de los Tomistas.
4. Providencialismo un tanto exagerado y casi quietista cuando se trata de definir la propia actitud en el mundo.
5. Sentido más mundano (más histórico, más espacio-temporal) de la vida, contra el escatologismo un tanto exagerado de los Tomistas.
6. Incorporación más integral de todas las facultades del hombre a la vida sobrenatural que para los Tomistas se queda en la esfera del entendimiento, aunque no en forma cerrada como quieren hacerlo notar los antitomistas actuales.



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Tomás de Aquino, Santo

(1225-1274), filósofo y teólogo italiano, en ocasiones llamado Doctor Angélico y El Príncipe de los Escolásticos, cuyas obras le han convertido en la figura más importante de la filosofía escolástica y uno de los teólogos más sobresalientes del catolicismo.
Antes de Tomás de Aquino, el pensamiento occidental había estado dominado por la filosofía de san Agustín, el gran Padre y Doctor de la Iglesia occidental durante los siglos IV y V, quien consideraba que en la búsqueda de la verdad se debía confiar en la experiencia de los sentidos. A principios del siglo XIII las principales obras de Aristóteles estuvieron disponibles en una traducción latina de la Escuela de traductores de Toledo, acompañadas por los comentarios de Averroes y otros eruditos islámicos. El vigor, la claridad y la autoridad de las enseñanzas de Aristóteles devolvieron la confianza en el conocimiento empírico, lo que originó la formación de una escuela de filósofos conocidos como averroístas. Bajo el liderazgo de Siger de Brabante, los averroístas afirmaban que la filosofía era independiente de la revelación.
Reconciliando el énfasis agustino sobre el principio espiritual humano con la afirmación averroísta de la autonomía del conocimiento derivado de los sentidos, Tomás de Aquino insistía en que las verdades de la fe y las propias de la experiencia sensible, así como las presentaba Aristóteles, son compatibles y complementarias. Algunas verdades, como el misterio de la Encarnación, pueden ser conocidas sólo a través de la revelación, y otras, como la composición de las cosas materiales, sólo a través de la experiencia; aun otras, como la existencia de Dios, son conocidas a través de ambas por igual. Así, la fe guía al hombre hacia su fin último, Dios; supera a la razón, pero no la anula. Todo conocimiento, mantenía, tiene su origen en la sensación, pero los datos de la experiencia sensible pueden hacerse inteligibles sólo por la acción del intelecto, que eleva el pensamiento hacia la aprehensión de tales realidades inmateriales como el alma humana, los ángeles y Dios. Para lograr la comprensión de las verdades más elevadas, aquellas con las que está relacionada la religión, es necesaria la ayuda de la revelación.
Con más fortuna que ningún otro teólogo o filósofo, santo Tomás organizó el conocimiento de su tiempo y lo puso al servicio de su fe. En su esfuerzo para reconciliar fe con intelecto, creó una síntesis filosófica de las obras y enseñanzas de Aristóteles y otros sabios clásicos: de san Agustín y otros Padres de la Iglesia, de Averroes, Avicena, y otros eruditos islámicos, de pensadores judíos como Maimónides y Solomon ben Yehuda ibn Gabirol, y de sus predecesores en la tradición escolástica. Santo Tomás consiguió integrar en un sistema ordenado el pensamiento de estos autores con las enseñanzas de la Biblia y la doctrina católica.
El éxito de santo Tomás fue inmenso; su obra marca una de las escasas grandes culminaciones en la historia de la filosofía. Después de él, los filósofos occidentales sólo podían elegir entre seguirle con humildad o separarse radicalmente de su magisterio. En los siglos posteriores a su muerte, la tendencia dominante y constante entre los pensadores católicos fue adoptar la segunda alternativa. El interés en la filosofía tomista empezó a restablecerse, sin embargo, hacia el final del siglo XIX.

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